“Los parisinos van a pasar hambre”.
Miles de agricultores franceses tomaron este lunes sus tractores y los enfilaron hacia la capital gala con el propósito de sitiarla, como parte de una protesta masiva que se desarrolla en distintos puntos de Europa.
Los granjeros franceses, así como sus colegas de buena parte de la Unión Europea (UE), exigen a las autoridades medidas que les permitan sortear la inflación y los efectos de la guerra en Ucrania, pero también que se revisen algunas de las políticas medioambientales impuestas en los últimos años.
Varios tramos de ocho autopistas en Francia fueron cortados. La situación creó una crisis para el nuevo primer ministro, Gabriel Attal, quien viajó a una granja en el suroeste del país para ofrecer una serie de medidas en un intento por calmar la frustración.
Tensión en aumento
Algunas de las preocupaciones del sector, como lo que consideran una burocracia creciente, tienen un carácter nacional. Sin embargo, otros señalan problemas más amplios, como el costo del diésel agrícola, las demoras en los pagos de los subsidios por parte de la UE o la competencia que suponen las importaciones.
Por todo el continente
Pero no sólo en Francia ocurren bloqueos y protestas. En Alemania, Bélgica y Países Bajos también se registran acciones similares.
En el caso de Alemania los agricultores protestan por la eliminación gradual de las exenciones fiscales sobre el diésel agrícola, que, según dicen, los llevará a la quiebra.
Cientos de tractores invadieron la ciudad de Hamburgo y desde allí algunos dirigentes del campo pidieron la renuncia del canciller Olaf Sholtz y el fin del gobierno «semáforo», en alusión a los colores rojo, amarillo y verde de los partidos Socialdemócrata, del Liberal Demócrata y de Los Verdes.
El descontento de los agricultores europeos suele estar alimentado por la ira contra las políticas de la UE y esta vez no ha sido la excepción.
El sector agrícola ve con recelo las medidas introducidas por la UE para renovar su Política Agrícola Común (PAC) de US$59.750 millones y hacerla más sostenible. Más del 70% de ese dinero se gasta en pagos directos a los agricultores, que sirven de red de seguridad.
La reforma incluye la obligación de dedicar al menos el 4% de la tierra cultivable a características no productivas, así como el requisito de llevar a cabo rotaciones de cultivos y reducir el uso de fertilizantes en al menos un 20%.
Muchos agricultores argumentan desde hace tiempo que estas medidas harán que el sector agrícola europeo sea menos competitivo frente a las importaciones.
También les preocupa que la inflación haya reducido drásticamente el valor de sus pagos directos.
«Los agricultores tienen que hacer mucho más con menos apoyo«, destaca a la BBC Luc Vernet, del grupo de expertos Farm Europe, con sede en Bruselas (Bélgica).
«Y ya no ven cómo pueden hacer frente a la situación», remató.
El impacto de la guerra
En algunos países, las protestas no son nada nuevo.
Las manifestaciones estallaron por primera vez en los Países Bajos en 2019 por las demandas del gobierno para que la producción ganadera se redujera a la mitad para reducir las emisiones de óxido de nitrógeno.
Y los residentes de Bruselas están ya acostumbrados desde hace mucho tiempo a que los agricultores entren al barrio europeo de la ciudad para rociar los edificios con leche o llenar las calles con ganado en protesta por las regulaciones agrícolas de la UE.
Ahora, sin embargo, el efecto dominó de la guerra en Ucrania ha provocado protestas en casi todos los rincones de Europa.
La invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022 prácticamente bloqueó las rutas comerciales en el mar Negro. La UE intervino levantando temporalmente las restricciones a las importaciones procedentes de Ucrania, permitiendo que sus productos agrícolas inundaran los mercados europeos.El campo de juego nunca iba a ser parejo: una granja orgánica ucraniana promedio tiene alrededor de 1.000 hectáreas; sus equivalentes europeos miden de media sólo 41 hectáreas.
Los precios en países vecinos como Hungría, Polonia y Rumania cayeron repentinamente, y los agricultores locales se quedaron sin poder vender sus cosechas.
Para la primavera de 2023, los tractores bloqueaban las mismas carreteras polacas que un año antes habían estado llenas de voluntarios que acogían a refugiados ucranianos.
La UE pronto impuso restricciones comerciales a las exportaciones de Ucrania a sus vecinos, pero sólo por un período limitado. Cuando expiró la prohibición, los gobiernos de Budapest, Varsovia y Bratislava anunciaron sus propias restricciones.Ucrania presentó rápidamente una demanda; las relaciones se agriaron y la compasión por un país que se defendía de la invasión rusa pasó a un segundo plano.Ahora,los países de Europa del Este exigen que la UE revise definitivamente su política comercial hacia Ucrania.
Fuente BBC